La Copa de Rioja es el resultado, según el propio autor, Horacio Romero, de “una búsqueda de equilibrio entre modernidad y tradición”.
El diseñador intentó atenuar las diferencias habituales entre las tres partes de la copa (base-fuste y depósito) “para resaltar la forma completa de la copa como un continuum. Así, la mayor o menor apertura de las líneas cóncavas o convexas insinúa los cambios a través de una suave y lenta cadencia”. Es un planteamiento del volumen escultórico “que ayuda a comprender la forma entera como un todo orgánico y no como tres ámbitos cerrados e interpuestos”.
Del diseño de estos elementos y de la coherencia formal del conjunto se obtiene ese sello diferencial y exclusivo de Rioja, con una copa “cuya distinción reside ante todo en su belleza”.